Dije hace unos días que quería escribir sobre educación para la paz. He decidido que en lugar de hacerlo de forma extensa y desarrollada, aportar breves contribuciones. Es lo que puedo hacer en estos momentos de indignación y dolor.
Hace unos meses publiqué un libro, Después de mucho tiempo. (Diálogos teatrales para jóvenes sobre educación). Algunas de sus obras breves pueden ser utilizadas para un debate sobre la guerra, sus causas y sus consecuencias. O para la denuncia. O para el análisis.
Dejo aquí breves fragmentos:
VERO:
Arturo dice que se ve la bondad en tus ojos. Hemos huido de nuestras casas
porque no soportamos más. Nos obligan a pasar horas delante de un ordenador,
para que aprendamos, dicen. Eso por la mañana, y por la tarde nos preparan para
la guerra.
PROFESOR:
¿Entonces no sabéis qué es un instituto?
VERO:
No. Es una palabra desconocida. ¿Qué quiere decir?
PROFESOR: Es
un lugar donde los chicos y chicas de vuestra edad aprenden con la ayuda de
profesores y profesoras, donde se habla de paz, de amor, de justicia. Donde se
comparte la tristeza y la alegría. Donde se habla y se escucha y se planea un
mundo mejor. Donde el arte llena el espíritu de sosiego y esperanza.
ARTURO:
Quiero… allí.
VERO: Arturo quiere ir allí. No me puedo creer que un lugar así exista. ¿Cómo podemos encontrarlo?
Del texto Otro mundo
ALICIA: Mi
padre dice que toda la culpa es de los fabricantes de armas y de los gobiernos
que los apoyan. Que si las fabrican y se las compran será porque quieren
utilizarlas. Debería estar prohibido. Eso dice… Y está muy triste. Nunca he
visto a mi padre tan triste. Le pregunto, pero me responde que todavía soy una
niña, que no me preocupe, que me divierta.
Creo que se equivoca, yo quiero saber.
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