viernes, 25 de noviembre de 2011

De La abuela de Fede

ESCENA SEXTA

(En la misma casa. Al día siguiente. La abuela y Miguel.)
ABUELA: Es un amor imposible, Miguel.
MIGUEL: Pero yo te quiero, Lucía.
ABUELA: Podría ser tu abuela.
MIGUEL: Pero no lo eres.
ABUELA: Además están mis enfermedades. Mi lumbago y mi...mi...poder intoxicador.
MIGUEL: Eso no es nada. Ayer estuvimos una hora en el hospital y a casita. Los efectos pasaron enseguida. Te dijeron que iban a hacerte nuevas pruebas y cambiaron la medicación. Tal vez con las nuevas pastillas...
ABUELA: Y lo de este lumbago que no me deja moverme, ¿qué? Por una parte parezco joven y por otra...
MIGUEL: Me hago fisioterapeuta y te curaré con mis manos.
ABUELA: ¿Y hasta que termines la carrera, qué?
MIGUEL: Buscaremos uno para que te trate. (Silencio. Miguel se acerca a ella y la abraza.)
ABUELA: Ay Miguel. Hace tanto tiempo que no sentía esto. (Se separa con suavidad.) Pero no puede ser.
MIGUEL: No puede ser. Y tú, Lucía, ¿eres esa mujer luchadora que quiere cambiar el mundo? Ahora resulta que eres tú la primera que no eres capaz de cambiar. ¿Qué son sesenta años de diferencia, eh?
ABUELA: Son toda una vida.
MIGUEL: Pero tú, para bien o para mal, puedes vivir más de una. Y yo puedo tener la suerte de vivirla a tu lado. (Le toma las manos.) ¿Por qué no intentarlo? Cambiaremos el mundo juntos y nuestros hijos -si puedes tenerlos- verán que las mujeres y los hombres pueden vivir justamente.
ABUELA: Eso suena tan bien... (Se besan. Entra Fede, quien al contemplar la escena, no sabe qué hacer, después de un momento de indecisión, tose. La pareja se separa aturdida al darse cuenta de que han sido descubiertos. Miguel se levanta de inmediato.)

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